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Mostrando entradas de diciembre, 2018

CERONDO ONDUELA

CERONDO               Asistí al sepelio de Cerondo una noche caliente y húmeda de verano en la ciudad desierta por el éxodo masivo a la playa. Contrariamente a lo que esperaba no había demasiada gente en el velatorio de un ciudadano con cierto renombre y con una trayectoria sumida en círculos culturales. Esperaba ver una vorágine de actores, directores, colaboradores, amigos y porqué no, alguna mujer madura con alguna secreta relación con el fallecido, tan hecho en el arte de la seducción como es de suponer en un escritor que tan buen uso hace de estas cosas que llamamos palabras.              Allí estábamos Gavio, Silas y yo conversando sobre temas que nada tenían que ver con el fallecido, solamente cuando me hablaba MJ de temas insulsos, intranscendentales, cotidianos y tediosos, podía yo llevar mi mente a los recuerdos y a la llamada de la nostalgia. Aún así esto sucedió en...

MARIO CANUTILLO

Mario Mario Canutillo era el nombre de un muchacho criado en las faldas de no pocas mujeres; su padre, mercero, cuidaba de él mientras trabajaba, por lo que estaba acostumbrado a los mimos que recibía de las voluptuosas clientas. A sus pocos años, estaba más que harto de jugar con sostenes, bragas, camisones y todo ese tipo de ropa interior, clásica o moderna, retraída o provocativa, recatada o generosa y de todos los colores y tallas. Más de una vez, mientras su padre colocaba agujas aquí y allá para ajustar una prenda, Mario ayudaba a sujetar y a medir.        Su larga estancia en la mercería, desde casi recién nacido, le había proporcionado una experiencia y conocimiento asombrosos respecto a asuntos que, niños bastante mayores que él, ni siquiera podían imaginar.  Sabía cómo era el tacto de unos enormes senos, el roce de su cara y labios con pechos desnudos era habitual, pero además, al ser Mario un chico tan supuestamente inocente y sacando...

ALICIA

Alice     Alicia era la chica mas deseada del barrio, los chicos admiraban su belleza, sus curvas, sus redondeces, su manera de andar, su pelo... las chicas envidiaban su elegancia, su altivez, su éxito indiscutible entre las estudiantes de su curso, no sólo en resultados académicos sino también en esa facilidad de hacerse popular y querida por todos.             En la escuela cuando era pequeña, en las funciones de teatro de fin de curso, se repetían sus actuaciones como Virgen María y Julieta y todavía hoy, a sus veintidós años, parecía una niña sacada de un cuento.       Envuelta en esa aura y fuera de alcance como detrás de un cristal, proponía toda clase de imaginaciones, deseos y sueños.             Incluso, además, las madres de sus amigos alababan las incuestionables dotes de Alicia. El padre de Javi la confundía con una p...

HOY

Miré los muros de la patria mía, si un tiempo fuertes ya desmoronados de la carrera de la edad cansados por quien caduca ya su valentía. Francisco  Gómez de  Quevedo  Villegas y Santibáñez Cevallos